domingo, febrero 17, 2008

Largo insight de un momento depresivo

(suspiro)
Creo que no hay nada más difícil que estar a dieta para una persona para la cual tanto del disfrute de la vida viene de saborear la comida. Ello duplica el dolor que se siente de manera natural al desprenderse de tantas cosas ricas que ahora se convierten en el fruto prohibido. Lo peor es que en parte, en mi caso, la comida es una manera de buscar confort en los momentos de tristeza. Ello se ha convertido en un círculo vicioso porque por un lado, me siento deprimida de verme realmente como un pikachu (redondita y gordita) a pesar de haber hecho tantos sacrificios por cinco semanas y mi ser normal, que hubiera buscado confort en la comida para olvidar un poco la tristeza, no lo puede hacer porque ello me regresaría al camino de la redondez. Nada de chocolate, nada de vino, nada de nada, porque si salgo del estricto régimen, empeoro algo que la verdad casi no ha mejorado. Lo peor es que por mi situación climática, monetaria y de disponibilidad de tiempo, no puedo hacer ejercicios de manera formal y focalizada. Ello hace que la famosa bajada de peso sea tannnnnnnnn lentaaaaaaaaaa... además que la vida de estudiar y trabajar me fuerza a una pasividad que de otro modo no estaría viviendo.

Por otro lado, tal como puse en posts anteriores, existen otros motivos por los que me siento triste. Aunque para varios puedan sonar intrascendentes y otros me dirán que me vaya a terapia porque no puedo deprimirme constantemente por tantas cosas (y sí, la verdad que quiero irme a terapia regresando de la maestría -aquí no lo quiero hacer porque no quiero hacer terapia en un idioma que no es el mío), me siento triste y la verdad que el hecho de estar redonda y no ver mucho progreso, aunque por ratos me quiera engañar y pensar que sí, me hunde aún más en este círculo vicioso. Ya sé, y por ahí no falta alguien, que diga que mis problemas son nimiedades y que debería dejarme de hundir en estupideces en un mundo en el que ocurren cosas como Darfur o que, sin ir tan lejos, niños mueren de frío o desnutrición en mi propio país. A esas personas les digo que es muy fácil minimizar los problemas de otros porque ello evita tener que lidiar con ellos, ello evita crear una situación de apoyo que es incómoda para el que tiene que hacer empatía con quien sufre porque claro, mientras el mundo de la persona que lo mira de fuera no se vea afectado, poco le importará ya sea un problema grande o pequeño de otro... lamentablemente los humanos somos seres egoístas y nada de lo que se diga en el medio o que nos quieran hacer creer más evolucionados en el sentido emocional puede cambiarlo. Es clásico pensar "mientras yo esté bien, qué me importa el otro" ya sea en el tema de Darfur o del vecino que sufre de depresión estacional. A veces uno piensa que los sentimientos de amistad (o de ¿supuesta amistad?) de algunos deberían influir en cambiar la percepción pero no... no es así. Otros aplican parches a los problemas sin interesarles la verdadera causa de los mismos porque, de nuevo, no son sus problemas, así que qué importa. Qué fácil es buscar la salida "curita" sin ver las razones reales y sin ver que existe una cierta responsabilidad de dichas personas dentro de dichas causas. Qué fácil es evadir cuando no se sufre.

Tengo la autoestima golpeada por una serie de causas esta semana... hay días en los que esa frase de Wayne's World parafraseada ("I am not worthy") se siente más fuerte que otros; hay días en los que me siento más Creep de Radiohead que nunca. En ese sentido me miro a mí misma y me pregunto ¿qué es lo que realmente merezco? ¿Como las margaritas, mucho, poquito, nada? ¿Qué debo exigir? ¿Cómo saber el límite? ¿Qué tiene sentido en términos de lo real vs. las expectativas? ¿Tengo acaso demasiadas expectativas en la vida y estoy más allá de lo normal? Tantas preguntas sin responder...

Sé que parte de mi tristeza es el problema de andarme comparando constantemente, de vivir en un benchmark competitivo que en el fondo me hace daño solamente a mí misma. Por otra parte es la necesidad de sentir aprecio de otros, de sentir que en algo debo valer aunque sea un poquitito marginal más y que no soy otra persona más promedio de 31 años. En este momento en particular me siento apreciada por debajo, no sé si en parte por las benditas comparaciones a las que yo me someto, pero no puedo ser deshonesta conmigo mismo y decir que me siento feliz cuando realmente no lo siento. Hoy yo incluso traté de parcharme el problema y no pude porque yo no soy la causa de mi tristeza. Las causas de mi pena son casi todas externas a mí y muchas son producto de (in)acciones hacia mí.

Hoy es uno de esos días en los que siento que mi existencia no hace diferencia en el mundo, que sería igual para todos que yo siguiera o no aquí. El mundo y la vida seguiría igual, la gente se recuperaría al toque de mi desaparición o no se enteraría; sería lo mismo. Yo no he generado mucha diferencia en mi existencia y no creo que más años vayan a generar mucha diferencia adicional. Tampoco estoy diciendo que me quiera autodesaparecer porque hasta para eso soy demasiado cobarde (además que hacerlo en Canadá sería lo peor que me podría pasar), así que no creo que exista necesidad de llamar al 911 por esta Ratita.

Simplemente, estoy muy triste... mucho floro para algo tan simple.

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