sábado, mayo 26, 2007

Cross-posting (almost): Ser peruano en el exterior

Mi comentario en el blog del Comercio:

Hola a todos:
Yo también soy una peruana en el extranjero (llevo ya casi 10 meses, aunque intercalados con dos regresos a Lima) que dejó una situación cómoda, un estatus profesional alcanzado con mucho esfuerzo y una familia cariñosa por la superación profesional y una promesa de estabilidad. Dios ha sido grande y me ha dado mucho en mis pocos meses fuera (otros peruanos que me acompañen en mi maestría y una práctica para insertarme en el mercado laboral), pero no quita la dificultad de integrarse a otro mundo, por lo que comprendo a la perfección al autor del post (que casualmente es de mi generación).

Un par de cosas me han llamado la atención de los comentarios anteriores. Alguien ya ha destacado la ironía de la frase "Qué suerte que te vas". Es cierto, ya que estando fuera una comienza a pensar si efectivamente es suerte o es simplemente otra puerta abierta, en la que uno puede encontrar de todo (incluso aspectos que no pensó hallar, como el compadrazgo o padrinazgo del cual muchos acusan al Perú). Duele volver a comenzar desde cero cuando una ya había construido una carrera en Lima con mucho esfuerzo y dedicación. Hiere el orgullo el tener que dar dos pasos atrás para dar tres pasos adelante (que espero que se hagan realidad... yo ya di mis dos pasos atrás). Y lo que duele infinitamente es tener que dejar a los que uno ama y que mantienen su corazón calentito (con diminutivo, más peruano :) para integrarse a una sociedad bastante más fría y, en mi caso, aburrida (por suerte yo cuento con el gran grupo de estudiantes internacionales que hacen divertida la maestría).

Sin embargo, como (otro comentarista) ha mencionado arriba, es importante saber (o definir cuando uno está fuera) por qué se está migrando y convertirlo en una meta. Ello es esencial porque es lo que permite luchar en los momentos de mayor nostalgia. Creo que todos (o casi todos) los peruanos fuera hemos tenido esos momentos en los que extrañamos "el cebichito en la playita", la juerga de los sábados, las largas conversas con los amigos, la comida de mami y nuestro chicharrón con tamal de los domingos (con su pancito francés más) en los que caemos en una cadena de melancolía porque del cebichito pasamos a la mancha y luego a la familia y (en algunos casos más dolorosos) al cónyuge o a los hijos. En esos momentos, recordar por qué hemos tenido que abandonar nuestro país nos hará renovar el espíritu de lucha que nos dio la valentía de salir de nuestra tierra (porque no es fácil, ni para el que se va con trabajo y una mejora monetaria asegurados porque, como ya dijo alguien más en este blog "existen cosas que el dinero no puede comprar"). En algunos casos (los más temporales) nos dará la esperanza hermosa de que cada día es un día menos para regresar a nuestro Perú y en otros nos reafirmará que vamos por la dirección correcta, porque es lo mejor para nosotros o nuestra familia.

Por otro lado, sobre lo que impide hacer que algunos de los del Quinto Suyo volvamos es el miedo a regresar a un país que no pueda tomar una senda de progreso. Y en eso tiene mucho que ver cómo se educa a las futuras generaciones, ya que mientras se siga inculcando la viveza como un (anti)valor a l@s niñ@s del Perú, lo único que logramos es frenar el crecimiento potencial de nuestro país. Mientras se siga retratando al que cumple la ley como "monse", la institucionalidad de nuestro país seguirá sufriendo e incluso la convivencia diaria será dificultada (¿quién no ha sido cerrado por un Tico?). Creo que como se está haciendo una campaña por la puntualidad, en algún momento también se debería hacer una campaña antiviveza, por más "politically incorrect" que esto pueda ser. Debería ser una iniciativa nacional, y si no viene del Estado, una de las pocas empresas que aún mantiene iniciativas de responsabilidad corporativa debería promoverla.

Saludos a todos los peruanos, dentro y fuera de nuestra Patria.

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