jueves, junio 19, 2008

Madurez


Últimamente me he venido cuestionando sobre el concepto de madurez. Existen demasiados clichés respecto de lo que debería constituir la madurez: trabajo estable encaminado hacia una carrera, vida independiente, vestirse serio, hablar de política, cónyuge e hijos. Sin embargo, no me llega a convencer esto como síntomas de madurez. Me parece más una plantilla que la sociedad nos pone como modelo para seguir como quien aprende caligrafía Palmer.


En el fondo, me parece más maduro tener la capacidad de examinar y reexaminar la propia vida; de poder intentar, emprender, equivocarse o triunfar sabiendo a conciencia que, al menos en el momento en que uno lo decidió, era lo que uno realmente quería y lo que lo motivaba. Me parece más maduro que cualquier cosa del checklist anterior el tener la valentía de buscar la felicidad propia sin tener que adherirse a caminos predeterminados para uno y el nunca perder la capacidad de aprender (ni quererla perder tampoco).


En este sentido, me da qué hacer la gente que busca inmadurez en rasgos superfluos como la ropa, las preferencias musicales o televisivas (mi propia descarga Pokemonística) o los lugares que se frecuenta. Peor aún me parecen quienes asocian madurez únicamente con estados civiles o con el número de hijos (ya que no se necesita mucha experiencia para darse cuenta de la cantidad de malos padres con familia establecida que existen alrededor del mundo -el Monstruo de Austria es un ejemplo). Tampoco es cuestión de años, ni los años deben asociarse específicamente a esta plantilla a la que supuestamente todos tenemos que aspirar. Afortunadamente, ahora todos somos libres de seguir caminos distintos, tan diversos como humanos existimos, a diferencia de hace algunos años donde los destinos estaban más marcados y las opciones eran más limitadas.

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